3 de mayo de 2008
Huevo revuelto y croqueta
La cama me pone una camisa de fuerza verde por la mañana, y a mi me da igual tenerla como no tenerla ya que no tengo voluntad de levantarme. Tengo la impresión de que me espera un sábado vacío, cosa que normalmente es mentira. Pero lo que sí es cierto es que el primer pensamiento del día es tan hueco como antes, solo que si tiro muy pocos meses atrás solía pensar que el sábado estaba por definirse, antes que sentirlo hueco.
Mi cuerpo responde con cierta sensación de desamparo, y a la reacción orgánica le sigue una sucesión de pensamientos que no llevan a ninguna parte. Los hechos que acontecen en mi cabeza desde la cama pueden influirme un día entero si no tomo la precaución de escuchar una canción de Miqui Puig o de Fangoria.
Antes de decidir poner música y fumarme el primer cigarrillo del día, mi cuerpo se retuerce como una mantequilla caliente sobre los lados frescos de las sábanas. Casi ni siento ni padezco, me limito a desparramarme y a chorrear la tensión que me atrapa. Empapo la almohada de mantequilla. Tuesto mi pelo en esta sartén ardiente. Los ojos se me fríen como dos huevos fritos. Me transformo en un desayuno de huevo revuelto.
Un pijama desmoraliza mucho cuando estás sola, y eso que he intentado tener el pijama más digno que he encontrado. Si durmiera con pijamas feos de ositos que van en bicicleta, elefantes que abrazan corazones o similares, me deprimiría mucho más. Me gusta dormir elegante, y, la verdad, lo más elegante de vez en cuando es dormir desnuda.
Me levanto, por fin, y me pongo el puzzle de importancias que es mi pijama. Primero unos calzoncillos azules de niño con flores naranjas. Luego la camiseta de mi hermana. Después el pantalón de pijama masculino azul con rayas naranjas. Y para salir tres minutos a la terraza a fumar el primer cigarrillo, sin desayunar, me abrigo con un jersey roto naranja con tacto de toalla. De esta guisa despeinada me dejo ver. Sé que cuando me duche, se me irá toda la tristeza por el desagüe. Sé que cuando cruce dos calles, la playa rebozará mi mantequilla deshecha y seré una croqueta compacta para el resto del día.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario