16 de junio de 2011

La calesita del monstruo

1. m. Producción contra el orden regular de la naturaleza. 2. m. Ser fantástico que causa espanto. 3. m. Cosa excesivamente grande o extraordinaria en cualquier línea. 4. m. Persona o cosa muy fea. 5. m. Persona muy cruel y perversa. 6. m. coloq. Persona de extraordinarias cualidades para desempeñar una actividad determinada. 7. m. Versos sin sentido que el maestro compositor escribe para indicar al libretista dónde ha de colocar el acento en los cantables.

Todo se masca, todo se describe. Y esto es así, esto es así. La ciudad, esta ciudad, lo que es, es un monstruo. Y esto es así. Hay milanesas que matan y el agua para el mate a veces se termina. Se come galletas, el café arde como si fuera té. No hay prisa, que todo se mastica, que el tiempo de la conversación se digiere, pesado, bolas de fraile. Se alzan los brazos, se cambia de silla. Aparece comida nueva. Se describen las comidas, las políticas. Fútbol Para Todos. ¿Dónde se compra esa misteriosa tarjeta monedero? En el subte. ¿Qué subte? No hay en Caballito un solo subte que te la venda, y encima ni te saben explicar dónde. Medias lunas.

Todos a la vez. Todos con el auto, los unos con los nuevos, los otros con los viejos de los unos. El infierno puede que esté desorganizado, no lo niego, y reconozcamos que lo ordenado resulta celestial. Pues muy bien. Hay rincones bonitos. Sí, claro, yo no sé, Palermo, San Telmo, esas cosas. ¿Vieron el Delta del Tigre? Que insistencia. Pasta frola de membrillo. A mí lo que me gusta de Buenos Aires es todo lo que odio de ella: ser la número diez en la cola del colectivo a las 6 de la tarde, que me ofrezcan volantes cada dos por tres, salpicarme los pantalones con una baldosa floja, el miedo a ser arrollada en un paso de peatones con el semáforo en verde, esquivar la basura por la noche, una televisión por cable saturada de publicidad, abrir la puerta del portal con llave, el periódico del domingo por las nubes. Y sin embargo, pañuelitos, rosquitas, arrolladitos. ¡Sólo una vuelta más a la calesita, una, no más!

¡Já! No te lo crees ni tú: darás tres sobre la grupa del monstruo. Ahora todo es Palermo. Él vive en Palermo Queens. Y es gracioso, porque tiene su aquel para el turista. Es bonito, sí: ordenado, digerido. Está pensado para quien cree vivir en sueños. No les despierten. Shhhh... todos a lomos del engendro. Bocadillitos de miga. Como anestesiada, dice ella, yo vivo como anestesiada. Que si se detiene a pensarlo, se deprime. ¿Y qué? Obras para todos. Cristina para todos.

Desesperados, ¿viste? Conducen así, se mueven así. Se enojan cosa bárbara, y luego van al parque, ya ves. Si hay que manifestarse, se manifiesta, y si hay que invadir Corrientes y no dejar pasar el tráfico por Callao, se hace y punto. Intentos de vivir tal cual existen los intentos de suicidio: el monstruo se alimenta de lo más dulce.

No hay comentarios: