Vivo en un peldaño tan cómodo, que plantearme vivir fuera de ese peldaño me supone un coñazo. Pero aún así, a mi los anglosajones me encantan. Al menos los que conozco.
De vuelta siempre ocurre lo mismo. Que aquí todo apesta a copia barata. Huele a la mierda de perro que no recogen los dueños. Las personas no dicen Lo siento cuando te atropellan en la calle. No nos introducimos los unos a los otros con el interés suficiente y somos víctimas constantes del ojo del vecino.
La moda, en Londres, no existe. Existen las modas. Existen los modos.
Qué le jodan al clima y a las bondades de la frutas autóctonas. Salvo eso, que viene dado, para lo artificial somos un desastre. ¿Estamos amodorrados con tanta playa y tanto vino? Basta ya de creernos nuestros tópicos.
Y todo eso lo digo porque estoy de vuelta. En una semana, se me pasa la rabieta con mi madre.
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1 comentario:
Sí, sí, esto lo solemos sentir cuando volvemos de ciudades como Berlín o Londres...
Pero sí, seguro que en una semana se te pasó jejee.
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