8 de agosto de 2009

Lo RGB por sinestesia



Cuando me toca empezar a diseñar de cero, lo primero que imagino automáticamente son los colores. Después los colores se convierten en formas, la mayor parte del tiempo, geométricas, regulares. Creo que es por esto de los niños, imaginar cosas para ellos. Por lo visto, la mirada también se aprende. Por ejemplo, es más fácil leer un cuadrado que un rectángulo. La verdad es que uno se siente diez años menor cuando ve un círculo, y los envases minimalistas de colonias son más largos que anchos por norma general, como cipreses de cristal, para hacernos sentir altos hasta el punto de álgidos. Siguiendo con las formas de las colonias, los ondulados nos resultaran sexys. Saltando ahora a los colores de los envases, los amarillos y naranjas nos recordaran de tal manera a frutas ácidas, que gracias al color, la forma y el nombre del producto no nos sorprenderá descubrir que es un aroma muy fresco. En realidad ya lo sabíamos, porque lo habíamos leído en su aspecto.

Cuando un diseñador no quiere enterarse de qué va su producto, corre el riesgo de fracasar y no saber por qué. Los diseñadores, por norma general, somos arrogantes. A veces ocurre que no quieres diseñar el envoltorio de un papel de wáter de una sola capa, así que lo que haces es intentar diseñar un envoltorio de un papel de doble capa perfumado. Más que nada, porque te va el orgullo en eso. El aspecto venderá, seguro que sí, pero si lo que contiene no vale la pena, parecerá que le tomas el pelo a la gente. Seamos francos: si el diseño no funciona, será malo por muy bonito que sea. Nadie cuestiona que una silla debe ser cómoda por encima de todo, lo que no entiendo es por que todavía no hemos aprendido que el mayor valor del libro es que sea cómodo (a los ojos, al transporte, al almacenaje...) y no ante todo, una obra de arte por sí sola. Si ambas cosas coinciden, será fantástico, no hay duda.

Bajando al estrato del papel de una capa donde resido laboralmente, los códigos son estrictos. A veces ofende como los niños pasan olímpicamente de ilustraciones deliciosas y se tiran al cuello de dibujos chuscos. Sobretodo es doloroso saber que tu producto está destinado a la total y completa destrucción gracias a inventos diabólicos como las tijeras, los alpinos o los plastidécor.

Pero ahora ya me voy metiendo en los delirios de las dos capas, y no paro de intentar meter un pie, una pizca de cómo me gusta el color: como si fuera RGB. El prisma de Pink Floid es muy intrigante, y muy alegre. Los arcoiris funcionan muy bien en papel. Tiene todo lo que debe hacerte feliz: agua, luz y todo el espectro de colores ordenados de manera extrañamente armónica.

PD: De igual manera, creo que funcionaría genial que la luz funcionara como si fuera tinta. ¿Te imaginas? Te apuntan con un chorro de cian, y no te manchan.

2 comentarios:

nózaroc dijo...

me quito el sombrero ante este post!

Calvin dijo...

Me ha encantado el ritmo de este post. También el contenido.