7 de agosto de 2009

Garrofa seca

Le miro intensamente a los ojos para que me recoja, por favor, con una escoba y me lleve por un día a cuando no sabía qué iba a ser de mí. Era mil veces más fantástico. Más prometedor. ¿Te acuerdas cuando el pueblo era tan pequeño que nos enamorábamos todo el rato los unos de los otros para matar el tiempo? Debíamos salir pitando de un polígono más grande que el pueblo. Nos iba a engullir, nos iba a matar.

-No, la verdad. No vengo mucho por aquí.

Pero de ti no me enamoré nunca. Te quería besar y te quería secuestrar. El caso, pero, es que te quería sacar de lo que yo creía una mierda. Y en lugar de pedirte perdón, casi que prefiero renunciar a este día que te pido. El pasado se ha quedado amarillento y huele a garrofas secas en verano. De hecho, ahora mismo huele exactamente a eso. No puedo soportarte/me.

No hay comentarios: