
Está realmente despejado, un cielo con nubes corto de borrascas. Mientras inspecciono el tetris de desniveles de las casas del otro lado de mi casa, me estás contando por teléfono que anuncian lluvias para el sábado en Sant Feliu de Guíxols. Parece increíble ahora mismo, pero que yo recuerde casi siempre llueve en semana santa. No me sorprende.
Que yo recuerde también, a partir de este jueves se abren las heladerías de mi pueblo, o al menos se abrían cuando era pequeña. Era el primer helado del año. Claro que hoy en día un helado te lo puedes comer a todas horas, más en una ciudad. Entonces no; los dulces y las actividades estaban racionadas. Un granizado de limón y la palma. La colgábamos cabeza abajo hasta que llegaba la época de las piscinas, y después de las piscinas el agua del mar ya estaba templada para bañarte. Al cabo de dos meses se enfriaban. El cielo se sesgaba y asomaban las primeras líneas rojas del otoño, incluso le acompañaba un grupo de nubes como fumadas por las cuatro puntas de un rastrillo. Viento. Si no había el reflejo de las líneas de los viñedos, si simplemente era rojo sin aderezos, lluvia. Invierno. De nuevo los cambios de hora, la semana santa, los helados…
Bueno, te contesto, pues ya veremos. No sé cómo funciona el cielo en la costa brava. La de tu casa. Tampoco sé cómo funciona el que está sobre mi propio tejado ahora mismo, por eso lo miro tanto ahora mientras hablamos del tiempo. Es difícil predecir. Seguramente, pienso, lloverá cuando todavía no haya destendido la ropa. En Barcelona el tiempo me parece un tocahuevos.
4 comentarios:
En Barcelona y en todos los lados. Todo fatal.
uops, te he leído de cabo a rabo (casi, y por raro que suene). Te importa que te siga? ;)
Esto es público ;) Sírvase, Txeri
una cosa.. ¿y no te dan ganas de decirle atu vecina que riegue esa planta?
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