25 de octubre de 2008

Un puñado vil


A mí que me falta la métrica y el don de cantar, de pensar al tiempo que bailo. Y esta tremenda impresión de hacerlo todo mal. Aún siendo mentira, se esconde un hongo de verdad. Nace muy cerca del tronco, se alimenta de humedad, se viste de musgo. Son discretas las debilidades. Písalas sin querer y verás. Escógelas a conciencia y alíñalas. Sírveme tres de tus debilidades a la plancha y un punto de sal. Yo le echaré aceite bueno, y lo que se supone que era agrio, tendrá el sabor de inmundicia de bosque pasada por agua de grifo. Sabrás a cesto, a lluvia muchas veces caída, a Apocalipsis musical, a una batería de tambores de pino, a platillos, a bombo, a ritmo. Y sólo entonces yo me pondré a cantar, para que llueva, haya humedad, huela a cerrado entre mis brazos. Me nacerán mentiras nuevas en las sienes con un fondo de verdad. Todo lo que piense entonces bailará, puede que sobre una cajita de música sacada de un pino. Guardaré mis impresiones y mis herramientas de cocina con una manta verde indecente, secreta, tan débil. Tan débil. Tan, tan. Tan débil. Tan ...bil, tan vil, tan de vil, como un tambor que no sabe de golpes.

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