28 de junio de 2010

Párrafo de la economía herida

Están en deuda con ella por esas tardes, que bien es cierto que no la van a llevar a la bancarrota. Si tiró un puñado de euros a una alcantarilla en lugar de a una Fontana di Trevi de quita y pon, no podría ser más que su culpa, por invitar, por esperar. Pero los bordes de cada una de las monedas le rasguñan el corazón, convertido ahora en el Rasca de la ONCE. Rasca y gana. Rasca y pierde. Rascan y, opina, se ríen en su cara. Están jugando con las coca-colas de los demás, las zorrupias. Treinta segundos de pálpito y varias semanas desmitificando cada uno de los latidos. Ah, no. No se lo merece. Piensa que no solo le deben el amor; le deben lo que sea. Nobleza obliga.

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