16 de noviembre de 2009

Change blindness

Todo lo aprendido se ha escondido en un armario de la cocina. He preguntado, a ver si alguien ha visto algo. Lo que busco, bueno, no está claro. Les digo que sé que hay alguna cosa que se me está olvidando, que la echo de menos. Tengo esa impresión, aclaro.

He mirado bien. Varias veces, no te creas. Pero no veo nada que no haya visto antes. Son muchas cosas habituales las que hay, poco más, y no es poco. Quizás lo que tenía que ver se me ha pasado por alto. Quizás esté precisamente allí.

Agarro una silla y, de puntillas, miro los sitios con más polvo. Nada. Tan sólo lo sucio se revela sorprendentemente en su sitio. Entonces, pues, supongo que no se me debió olvidar nada que no estuviera al alcance de un niño.

Pienso en el primer consejo de mis amigos: debe estar dónde menos lo esperas. ¿Qué lugar será ese? Mi madre dice que seguramente delante de mis narices.

Miro atentamente al frente. Miro atentamente. No quiero moverme hasta dentro de dos minutos. Entonces giraré quince grados, y miraré de nuevo al frente. Iré girando al son de la alarma que he programado para hacerlo todo tan mecánicamente que buscar lo que no sé será mi oficio durante tiempo indefinido.

No hay comentarios: