Cada vez que me proponen un proyecto para el que no estoy preparada, ante todo disimulo. Cuando me encuentro a solas con el marrón, me dan ataques de cobardía. Pero finalmente me limito a hacerlo sin pensar que me voy a estrellar. Miro fíjamente la carretera, y más que en mi destreza, confío en mis ganas de salir ilesa de la niebla.
Me estreso en silencio, aprieto las mandíbulas de miedo cuando tomo una curva.
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